Os dejo aquí compartido un artículo interesante escrito por un amigo Jorge Zarco Rodríguez. Muchas gracias por contribuir en Cuando las estrellas nos llamen.
Vicente Hernandiz
El imaginario de Philip K. Dick siempre se caracterizó por su paranoia, la creencia de que un Dios cósmico controlaba sus movimientos (y pensamientos) allá donde se encontrase.
De ahí que la literatura fuese su vía de escape al horror de sentirse observado continuamente e incluso a creer que colegas suyos como el polaco Stanislaw Lem o Thomas M. Disch eran conspiradores en su contra (las suculentas colaboraciones literarias que podían haber brotado con ambos personajes de no caer Dick en la psicosis conspirativa que le caracterizaba).
El cuento “Podemos recordarlo todo por usted al por mayor” escrito en 1966, remite a sus fobias personales de siempre. La posibilidad de que no seamos quien creemos, que nuestra vida sea falsa, nuestros parientes y amigos, agentes dobles o carceleros, que nuestro objetivo en la vida sea otro al que pensamos o que vivimos en el pasado una experiencia que debe ser acallada por intereses ocultos. El guion original de Total Recall pasó por infinidad de tratamientos y rescrituras desde que a mediados de los setenta, el fallecido Dan O´Bannon y Ronald Shusset (ALIEN) compraran los derechos del relato y ambicionaran con adaptarlo.
Fueron muchos los que estuvieron a punto de conseguirlo. David Cronenberg el que más cerca lo estuvo junto a Dino de Laurentiis con protagonismo de Richard Dreifuss, pero su enfoque era demasiado radical, algo fuera de serie incluso dentro de la época. Y habría sido sin duda genial. Hubo otros intentos como el del australiano Bruce Beresford con Patrick Swayze antes de que la bancarrota hundiese a la casa Laurentiis y un avispado Arnold Schwarzenegger comprase los derechos oliéndose el más insólito de todos los proyectos en los que había participado.
Había visto Robocop (87) y quería al holandés Paul Verhoeven a la dirección y fue una selección acertada a todos los niveles. Verhoeven es un cineasta de fuerte personalidad, que se caracteriza por una visión cruda y brutal del ser humano y el guion cayó en sus manos justo cuando iba a ocuparse de Black rain (89) que acabó siendo uno de los filmes más fallidos de Ridley Scott.